miércoles, 28 de abril de 2010

LA TRAGEDIA DE LA PLATAFORMA DEL GOLFO DE MEXICO Y EL SILENCIO DE LAS ONG

LOUISIANA - ESTADOS UNIDOS.














La opinión pública internacional ha mirado con preocupación el accidente ocurrido a una plataforma petrolera en el Golfo de México, frente a las costas del Estado de Lousiana.

La plataforma Deepwater Horizon fué víctima de una explosión y posterior incendio que dejó 11 desaparecidos y numerosos heridos. La contención del fuego duró varios días, hasta que la estructura colapsó y se hundió.

Existió cierto optimismo en las autoridades, de que no se produciría derrames de importancia, sin embargo, sucesos posteriores demuestran que nos encontramos ante un desastre ecológico de grandes proporciones.

Si no se toman medidas inmediatas, es muy posible que este incidente supere al ocurrido en Alaska hace 21 años.

El 24 de Marzo de 1989 el barco petrolero Exxon Valdez encalló cerca de unos arrecifes en Prince William Sound, Estado de Alaska, en el lugar del accidente el barco derramó más de 37.000 toneladas de hidriocarburo, la masa contaminante abarcó más de 2.000 kilómetros de costa, con un daño ecológico que hasta hoy día persiste. Fue de tal magnitud el impacto provocado por dicho incidente marítimo, que el gobierno de los Estados Unidos de América modificó la legislación medio ambiental, entrando en vigencia el "Oil pollution Act" en 1990.

El accidente que afecta hoy a los restos de la Plataforma Deepwater Horizon , ha provocado ya una contaminación que abarca más de 950 kilómetro de circunferencia, amenazando los vientos
llevar la masa de hidrocarburo a las costas de Mississippi, Alabama y Florida.

En la zona costera de Florida hay preocupación , porque hay santuarios y lugares donde donde existe gran cantidad de especies marinas, terrestres y acuáticas, que indudablemente correrian serio peligro, y así lo han hecho ver a las autoridades las organizaciones que protegen a esas especies.

La amenaza mueve a las comunidades costeras, y a la opinión pública de las zonas amagadas por este desastre, sin embargo, es notorio el silencio de las grandes organizaciones conservacionistas norteamericanas, aquellas que tienen miles de afiliados y que obtienen de las cotizaciones de estos, grandes y suculentas entradas. Son esas mismas ONG las que miran para el lado, cuando se lucha por la vida de la fauna y la protección de esta, ante organismos como Cites, la CBI, y otros entes, que privilegian intereses mercantilistas y oscuros, por sobre el bienestar y protección de la biodiversidad.

No se escuchan gritos, no se levantan pancartas, ni se leen proclamas, sólo se escucha en la inmensidad del mar el lamento de millones de seres vivos, que no entienden que la voracidad y ceguera humana, de la mano de las transnacionales y sus acólitos está matando el planeta.


EL SILENCIO OTORGA.

Santiago Ferreiro Merino

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