Tompkins se suma a campaña para preservar santuario en Chernobyl
En marzo, el empresario ecologista se tomó una pausa en su trabajo de restauración del parque Pumalín en Chile, y viajó a Ucrania y Bielorrusia, donde colaboró con un grupo de científicos en la zona afectada por la explosión nuclear de 1986. Tompkins fotografió el área convertida en un refugio natural para especies como el lobo europeo y el bisonte.
¿Cómo es actualmente el lugar donde ocurrió una de las mayores tragedias producidas por el hombre? Esa es la pregunta que desde hace varios años se hacía el empresario y ecologista estadounidense Douglas Tompkins. El fundador del parque Pumalín logró responder sus dudas en marzo, cuando visitó el área de exclusión de la planta de Chernobyl, situada en la ex república soviética de Ucrania, el mismo sitio donde se produjo el desastre nuclear de 1986.
Tompkins se dio una pausa en su labor de restauración del parque chileno afectado por la erupción del volcán Chaitén, y viajó durante dos semanas por el área afectada, tanto en Ucrania como en la vecina Bielorrusia, zona limítrofe que hoy se ha convertido en un santuario natural.
"Viajé con dos amigos biólogos a conocer el estado en que está esa zona, y apoyarlos en la campaña por la protección del lobo europeo", cuenta el conservacionista, quien ayudó a buscar, censar, instalar collares de monitoreo y a fotografiar ejemplares que viven en ese hábitat.
Alrededor de 240 mil hectáreas están inhabitadas alrededor de la planta, luego de que en abril de 1986 estallara uno de los reactores con la fuerza radiactiva de varias bombas atómicas. Varias decenas de personas murieron en los primeros meses y, según la ONU, se calcula que unas 4.000 personas morirán de cáncer inducido por la radiación.
Por ello, el sitio hoy es prácticamente una "zona protegida". Como se fueron los hombres, llegaron lobos, bisontes y caballos, que viven en medio de la vegetación que ha crecido en los últimos años.
En Bragin, donde vivía la mayor parte de los trabajadores de la planta, Tompkins fotografió casas, negocios y escuelas hoy abandonados. Allí vivían 44 mil personas que debieron evacuar por el riesgo de contaminación. "Siempre quise conocer este lugar. Hace años vine y no se podía entrar por los riesgos que se corre, pero ahora con un permiso especial dado a este grupo de investigadores en biodiversidad lo pude hacer", comenta. De hecho, el empresario cuenta que en las inmediaciones sólo se puede permanecer un promedio de ocho horas, por el peligro para la salud.
Proyecto de conservación
Tompkins colaboró junto a sus amigos conservacionistas Christoff y Bárbara Promberger, quienes son especialistas en la protección del lobo europeo y tienen predios para la conservación en Rumania.
Además de realizar mediciones a los animales, el grupo también midió los niveles de radiación locales, las que marcaron altos índices. Pero los animales sobreviven: "La explicación para que estos animales estén allí es que es una zona donde no habita el hombre, por lo que pueden desplazarse sin problemas. Es impresionante", dice Tompkins.
¿Cómo pueden vivir en ese medio contaminado? Debido a que tienen "un período vital más breve que un humano, estas especies no alcanzan a desarrollar enfermedades graves como el cáncer", dice Tompkins, quien en el futuro piensa apoyar el proyecto con recursos económicos.
Mientras muestra las imágenes que captó en los pueblos aledaños a la zona de Chernobyl, el empresario intercala fotografías de Chaitén. Algunos de los sitios en Ucrania y Bielorrusia son parecidos a la comuna del sur de Chile que resultó afectada por la explosión del volcán: pequeñas casas de madera y de colores instaladas en un entorno rural.
"Estos pueblos abandonados me recordaron a Chaitén, que hoy también es un pueblo fantasma. Claro, uno fue afectado por un hecho natural y en el caso de Europa, por la acción del hombre", reflexiona.
Oriana Fernández / www.latercera.cl
En marzo, el empresario ecologista se tomó una pausa en su trabajo de restauración del parque Pumalín en Chile, y viajó a Ucrania y Bielorrusia, donde colaboró con un grupo de científicos en la zona afectada por la explosión nuclear de 1986. Tompkins fotografió el área convertida en un refugio natural para especies como el lobo europeo y el bisonte.
¿Cómo es actualmente el lugar donde ocurrió una de las mayores tragedias producidas por el hombre? Esa es la pregunta que desde hace varios años se hacía el empresario y ecologista estadounidense Douglas Tompkins. El fundador del parque Pumalín logró responder sus dudas en marzo, cuando visitó el área de exclusión de la planta de Chernobyl, situada en la ex república soviética de Ucrania, el mismo sitio donde se produjo el desastre nuclear de 1986.
Tompkins se dio una pausa en su labor de restauración del parque chileno afectado por la erupción del volcán Chaitén, y viajó durante dos semanas por el área afectada, tanto en Ucrania como en la vecina Bielorrusia, zona limítrofe que hoy se ha convertido en un santuario natural.
"Viajé con dos amigos biólogos a conocer el estado en que está esa zona, y apoyarlos en la campaña por la protección del lobo europeo", cuenta el conservacionista, quien ayudó a buscar, censar, instalar collares de monitoreo y a fotografiar ejemplares que viven en ese hábitat.
Alrededor de 240 mil hectáreas están inhabitadas alrededor de la planta, luego de que en abril de 1986 estallara uno de los reactores con la fuerza radiactiva de varias bombas atómicas. Varias decenas de personas murieron en los primeros meses y, según la ONU, se calcula que unas 4.000 personas morirán de cáncer inducido por la radiación.
Por ello, el sitio hoy es prácticamente una "zona protegida". Como se fueron los hombres, llegaron lobos, bisontes y caballos, que viven en medio de la vegetación que ha crecido en los últimos años.
En Bragin, donde vivía la mayor parte de los trabajadores de la planta, Tompkins fotografió casas, negocios y escuelas hoy abandonados. Allí vivían 44 mil personas que debieron evacuar por el riesgo de contaminación. "Siempre quise conocer este lugar. Hace años vine y no se podía entrar por los riesgos que se corre, pero ahora con un permiso especial dado a este grupo de investigadores en biodiversidad lo pude hacer", comenta. De hecho, el empresario cuenta que en las inmediaciones sólo se puede permanecer un promedio de ocho horas, por el peligro para la salud.
Proyecto de conservación
Tompkins colaboró junto a sus amigos conservacionistas Christoff y Bárbara Promberger, quienes son especialistas en la protección del lobo europeo y tienen predios para la conservación en Rumania.
Además de realizar mediciones a los animales, el grupo también midió los niveles de radiación locales, las que marcaron altos índices. Pero los animales sobreviven: "La explicación para que estos animales estén allí es que es una zona donde no habita el hombre, por lo que pueden desplazarse sin problemas. Es impresionante", dice Tompkins.
¿Cómo pueden vivir en ese medio contaminado? Debido a que tienen "un período vital más breve que un humano, estas especies no alcanzan a desarrollar enfermedades graves como el cáncer", dice Tompkins, quien en el futuro piensa apoyar el proyecto con recursos económicos.
Mientras muestra las imágenes que captó en los pueblos aledaños a la zona de Chernobyl, el empresario intercala fotografías de Chaitén. Algunos de los sitios en Ucrania y Bielorrusia son parecidos a la comuna del sur de Chile que resultó afectada por la explosión del volcán: pequeñas casas de madera y de colores instaladas en un entorno rural.
"Estos pueblos abandonados me recordaron a Chaitén, que hoy también es un pueblo fantasma. Claro, uno fue afectado por un hecho natural y en el caso de Europa, por la acción del hombre", reflexiona.
Oriana Fernández / www.latercera.cl
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