El cocker es un perro cazador que, con el tiempo, ha ido especializando sus instintos cinegéticos. Algunos cocker fueron empleados en la caza de monte, lo que dio origen a la variedad "cocker de tierra"; y otros se dedicaron a la caza de aves acuáticas, y de estos nació el "cocker de agua". Casi seguro que Yupi es un "cocker de agua". "Es ver una fuente, una piscina o un charquito y se tira de cabeza", explica Emilio, dueño de uno de los protagonistas de esta historia.
El otro protagonista es José Antonio, un chico de Burjassot con un gran cariño hacia los animales. En su casa tiene a Yiyi y a Nika, una perra y una gata que viven en perfecta armonía. Su vecina María se dedica a recoger animales abandonados a los que cuida con la ayuda de José Antonio.
El jueves pasado Emilio paseaba por la zona de huertas de Benimàmet con Yolanda, su mujer, y con Yupi. El grupo pasó junto a la Real Acequia de Moncada y, como no podía ser de otra forma, los instintos ancestrales de Yupi afloraron y el can se arrojó alegremente al agua ante el pavor de Emilio y Yolanda. "Intenté seguirlo bordeando la acequia -explicaba el dueño-, pero llega un momento que se corta por la autovía y lo perdí. Pensé que ya no lo volvería a ver".
Yupi estuvo a lo largo de seis kilómetros a merced de la corriente de la Real Acequia mientras pasaba por debajo de la CV-35 y flotaba en el mundo subterráneo del casco urbano de Burjassot.
La acequia transcurre casi siempre por debajo de calles y edificios de la localidad. Sólo en algunos tramos sale al exterior. Por suerte para él, junto a uno de estos tramos estaban José Antonio y su vecina María, que paseaba a sus perros cerca de la estación del metro. Fue la mujer quien vio emerger durante un instante la cabecita de Yupi del agua oscura antes de desaparecer de nuevo bajo el asfalto. Alertó al chico y José Antonio no se lo pensó dos veces. Echó a correr, bordeó a toda velocidad una manzana de edificios de la calle Maestro López, se coló por el pequeño hueco de la valla que protege la acequia y salió al otro lado de la canalización.
Fue una cuestión de segundos, pero suficientes para salvar al perro. "Llegué al puentecito justo cuando Yupi pasaba por debajo. Me tumbé y lo pude coger del rabo, pero se revolvió y me mordió. Después le cogí del pelo y le pude sacar".
Mientras esto ocurría, Emilio seguía recorriendo la acequia en busca de Yupi. Pasó por el lugar en el que José Antonio había salvado al perro poco después del rescate, llegó hasta Rocafort y ya de noche volvió a casa desolado. Pero una llamada de teléfono de la Policía Local les devolvió la alegría.
F: www.levante-emv.com / Abelard Comes
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